Martes, 25 de septiembre de 2012 a las 13:04
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OPINIÓN: Perseguir a los nazis sigue siendo un asunto de dignidad
Efraim Zuroff

(CNN)  Durante 32 años me he involucrado activamente en los esfuerzos continuos para llevar a los nazis ante la justicia y la pregunta que comúnmente me hacen sobre la edad de los perseguidos.

¿Aún vale la pena perseguir a los autores del Holocausto a pesar de su avanzada edad?

Personalmente, nunca dudé de la validez de estos esfuerzos, pero gracias a que la pregunta es razonable, se merece una respuesta seria y quiero explicar los objetivos de que la persecución continúe.

Primero, el paso del tiempo no le resta culpabilidad alguna a aquellos que participaron en el Holocausto.

Si hubieran procesado a estos criminales hace décadas, cuando eran mucho más jóvenes, la importancia del esfuerzo por llevarlos a la justicia no hubiera sido cuestionada. Son tan culpables hoy como lo fueron el día que cometieron el crimen  y no se merecen un premio por eludir sus delitos durante tanto tiempo.

Segundo, la edad no debería de proteger a los asesinos. Llegar a los 85 o 90 años no convierten a un genocida en una persona justa y gentil. Lo único preocupante es la salud física y mental de la persona. No hay razón para ignorar los crímenes de alguien solo porque nació en 1915. Laszlo Csatary, un criminal nazi, quien al menos hasta hace poco aún manejaba su auto, nació ese año.

Tercero, cada víctima de los nazis amerita el esfuerzo de encontrar a la persona o personas que convirtieron a hombres, mujeres y niños inocentes en mártires, simplemente porque fueron considerados "enemigos del tercer reich". Ignorar los atroces actos de estas personas solo por la edad sería una traición a los que padecieron ese sufrimiento.

La continua persecución de los criminales nazis envía un mensaje vital acerca de la importancia de aceptar las consecuencias de sus actos. Si queremos prevenir genocidios como el Holocausto, la misión debe ser tan clara como el agua, las personas que comentan estos crímenes serán apresados y castigados.

Desafortunadamente, ese no es el caso para todos aquellos que cometieron actos similares, una realidad que hizo posible tragedias como las de Camboya, Ruanda, Bosnia y Darfur.

Por último, los juicios a los criminales nazis y sus colaboradores son una herramienta de suma importancia en la lucha contra la negación y la distorsión de la información sobre el Holocausto. Son una adición significativa a la existente documentación de los asesinatos masivos y enfatizar la necesidad de identificar a los responsables.

Por esa razón, la explicación del Shoa o el Holocausto, es crucial para que la humanidad entienda que no fue un terremoto, tsunami o volcán, sino una tragedia causada por un hombre y llevada a cabo por un grupo de inviduos en contra de su propia sociedad.

Existen otros dos elementos que a veces salen a relucir al discutir la continua persecución de los criminales de guerra nazi. Las primeras se refieren al tema de "seguir órdenes superiores", y la segunda es de la cuestión de la culpa.

Desde los juicios de Nuremberg, la ley internacional —creada al principio de la Segunda Guerra mundial y el Holocausto— ha rechazado la declaración de que solo "seguían órdenes superiores", y resaltan la responsabilidad criminal de la que cada individuo debe responder por sus acciones y atenerse a las consecuencias, aunque hayan seguido la instrucción de un rango más alto.

Por lo tanto, Ivan (John) Demjanjuk, por ejemplo, fue condenado "cómplice de asesinato" en una corte alemana en mayo del 2011, por su servicio como guardia de la SS en el campamento de la muerte de Sobibos, en donde fue parte del grupo que llevó a cabo asesinatos bajo las órdenes de sus superiores.

¿Qué hay con las mentes de los acusados? Muchas personas sugieren que muchos años han pasado y los perpretadores probablemente se arrepienten de sus malas acciones, un factor que debilitaría enormemente la razón de ser de la persecución.

Aunque puede ser que existan algunos casos, en todo el tiempo que he enfrentado a asesinos nazis de diferentes nacionalidades, religiones, ocupaciones y caminos en la vida, nunca he encontrado a alguno arrepentido o que sienta remordimiento.

Si acaso, mi experiencia me ha enseñado todo lo contrario. Incluso 50 y 60 años después de los eventos, y con tanta información disponible sobre el Holocausto, ellos siguen orgullos de haber asesinado a judíos inocentes y otros "enemigos del tercer reich." 

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