El
septuagésimo aniversario de la invasión alemana a la Unión
Soviética, se convirtió en Estonia en un evento muy notorio
sobretodo debido a los nacionalistas de línea dura y a los
neonazis, quienes tan pronto llegó el 22 de junio empezaron
a celebrar el aniversario de la invasión de las tropas hitlerianas
a diferentes pueblos de Estonia
La primera celebración se llevó a cabo en el pueblo de Viljandi al sur de Estonia.
Los organizadores de la comunidad local de militares estonianos
de Sakala, continúan repitiendo que la invasión alemana de
Estonia fue “la liberación del país del régimen soviético.”
La antigua ciudad universitaria de
Tartu fue la siguiente parada en la lista. La ceremonia marcó
los 70 años de la toma del edificio cuartel general de la
Kaitseliit (nombre de la organización militar nacionalista)
por parte de “patriotas” locales. Esa toma marcó el inicio
de la liquidación del régimen soviético y la preparación
de la ciudad para la entrada de las tropas de Hitler. La
ceremonia contó con la presencia del Ministro de la Defensa
de Estonia, Mart Laar, quien junto con el capellán, ampulosamente
develó una placa recordatoria en el edificio.
Dimitri Klenski, político y activista
de derechos humanos bien conocido en Estonia, sostiene que
las celebraciones del comienzo de la ocupación nazi alemana
pronto llegarán hasta Talin, la capital, rodando tan rápido
como el avance de las tropas de Hitler hace 70 años.
El Museo Histórico de Estonia ha estado
ofreciendo a sus visitantes una exposición dedicada a Alfred
Rosenberg, residente de Talin y Jefe del Ministerio de Reich
para los Territorios Orientales Ocupados, cuyo nombre aparece
junto a los principales criminales de guerra en el Tribunal
de Nuremberg. En respuesta a la crítica de la Comunidad Judía
de Estonia, la cual opina que la exposición glorifica los
crímenes del nazismo, la administración del museo sostiene
que Rosenberg honra la exposición como un residente famoso
de Talin.
Un hecho adicional: recientemente,
durante la reunión anual de los ex soldados de la 20ª División
de Granaderos Waffen de las SS se realizó en la localidad
de Sinimäe situada al noreste del país. ¿Qué celebran los
veteranos de la Unión de Luchadores por la Liberación de
Estonia y los de la Sociedad de Amigos de la Legión de Estonia?
Ellos recuerdan cómo detuvieron el avance del Ejército Rojo
sobre Sinimäe como también divulgan el ideario nazi.
¿Cómo es posible que esto ocurra en
un país europeo, miembro de la ONU, el cual oficialmente
reconoce las normas legales internacionales que condenan
toda forma de nazismo y xenofobia y que apoya el juicio a
los criminales de guerra? El gobierno estoniano sostiene
que se trata de una iniciativa de las autoridades locales
y de diferentes organizaciones informales. El Primer Ministro
Andrus Ansip, considera que las habituales reuniones internacionales
de los veteranos de la 20ª División de los Granaderos de
las Waffen SS “son eventos civiles para conmemorar a las
víctimas de la II Guerra Mundial similares a aquellos que
se celebran en toda Europa.” Además, recalca que “los funcionarios
de gobierno no participan en tales reuniones.”
Semejantes excusas suenan a burla.
¿No fue el ministro de la defensa e ideólogo del nacionalismo
duro, Mart Laar quien develó la placa recordatoria que honra
aquellas manos manchadas con la sangre de miles de rusos
y de estonianos?
¿Acaso él no prometió el reconocimiento
a los veteranos de la 20ª División de la Waffen SS como “luchadores
por la libertad”? Trivimi Velliste, diputado al parlamento
por el partido Patria y República, colega de Laar, se refirió
al evento con gran satisfacción durante la reunión en Sinimäe.
Por orden del ministro del interior
de Estonia, el activista de Derechos Humanos finlandés, Johan
Backman, presidente el Comité Anti-Fascista de Finlandia,
la policía le negó el ingreso al país para participar en
la concentración anti-nazi. Se suponía que asistiría a un
acto público para conmemorar a las víctimas del nazismo y
a los soldados del Ejército Rojo que murieron por la liberación
de Estonia, evento que se realizó simultáneamente en Sinimäe
no lejos de la reunión de los veteranos de las SS. Sin embargo,
las puertas para los veteranos de las SS y sus seguidores
estuvieron abiertas de par en par.
Pero, suponiendo que todas esas reuniones
y ceremonias con motivo de las victorias del ejército alemán
se realizaron por iniciativa de autoridades locales y organizaciones
públicas, ¿justificaría eso la falta de reacción de parte
del gobierno?
El presidente del Centro Simon Wiesenthal,
que investiga los crímenes del nazismo, Efraím Zuroff, dijo
“me gustaría señalar que el problema de Estonia con los criminales
del nazismo se debe a la falta de decisión política necesaria
para llevar a esos criminales a la justicia.” Zuroff sostiene
que Estonia es un refugio para los más temibles seguidores
de Hitler.
En el país, la protesta fue mencionada
solo por organizaciones públicas como la Comunidad Judía
de Estonia, el Movimiento por una Estonia sin Nazismo (la
cual –dicho sea de paso—es oficialmente considerada como
una organización extremista) y la Lista Klensky, fundación
sin fines de lucro. Esta organización hizo una declaración
pública llamando la atención de las autoridades y pueblo
de Estonia como también a Rusia y la Unión Europea acerca
de esta real amenaza contra toda la población de Estonia.
“Se trata del fortalecimiento del ideario ultra nacionalista
y neonazista en el país y la radicalización de una elite
política con orientación extremista.” Klensky y sus seguidores
denuncian que el consentimiento tácito significa la aprobación
tácita para las cámaras de gas del siglo XXI.
Todos sabemos que durante los años
1930 el mundo occidental prefirió ignorar el auge del revanchismo
nazi en Alemania, lo cual condujo a la más terrible de las
guerras en la historia de la raza humana.
Hoy en día existe el peligro real
que lo anterior se repita. Una actitud de lealtad en Occidente
y a veces hasta un interés evidente de parte de ciertos círculos
por este ideario, le permiten a los neonazis fortalecer sus
posiciones en países que están orgullosos de sus valores
democráticos y liberales.
La Unión Europea guarda silencio.
No se escuchan las voces del Parlamento Europeo tan aficionado
a pretender dictar lecciones de democracia a Rusia. Los estados
de la antigua coalición anti-Hitler (Gran Bretaña, Francia
y Estados Unidos que combatieron a Hitler y se situaron como
garantes en la ONU para luchar contra la resurrección del
nazismo) también se mantienen indiferentes a todos estos
problemas.
Pareciera que la declaración del Ministerio
de Relaciones Exteriores de Rusia condenando los últimos
actos de glorificación del nazismo, conlleva la esperanza
que la criminal actitud de lealtad de parte del gobierno
de Estonia con la organización de tales eventos, no pasará
inadvertida por parte de los socios de Estonia en la Unión
Europea y la OTAN que tocarán a su puerta.
Los funcionarios oficiales de la Unión
Europea y de la OTAN no se fijan mucho en los medios para
hacer presión sobre los regímenes no democráticos de Siria
y Libia, pero no quieren ver la resurrección del nazismo
en el “campo de las nuevas democracias”, tales como Estonia
y otros países.
Debieran más bien tener presente que
apostar al neonazismo y a la rusofobia, inevitablemente dará
lugar a la aparición de nuevos “Anders Breiviks” locales
y quizás de monstruos más peligrosos aun.
aporrea.org
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