La
imagen del martes fue espectacular. Agentes del Servicio
de Inmigración de EEUU sacaron de su casa por la fuerza a
un anciano de 89 años, de salud frágil y en silla de ruedas,
con la intención de meterlo en un avión rumbo a Alemania.
La escena ocurrió en Seven Hills (Ohio). Una enésima vuelta
de tuerca judicial aplazó in extremis la extradición y prolongó
un culebrón que hace tres décadas que dura. Pero la pregunta
sigue siendo la misma. ¿Quién se esconde detrás de este mecánico
de coches jubilado, de origen ucraniano, llamado John Demjanjuk?
A finales de los 70, algunos supervivientes del campo de exterminio
nazi de Treblinka (Polonia) creyeron saberlo. Le identificaron
como Iván, el Terrible, un guardia de aquel campo --donde fueron
asesinadas entre 700.000 y 900.000 personas, en su inmensa
mayoría judíos-- que se hizo notorio por su excepcional crueldad.
En 1981, EEUU --país al que Demjanjuk había emigrado en 1952
y donde había disfrutado de una vida placentera-- le retiró
la nacionalidad y, en 1986, lo extraditó a Israel.
Condena a muerte
Entre noviembre de 1986 y abril de 1988 se celebró el juicio
en Israel. Por segunda vez, después del caso de Adolf Eichmann,
el Estado judío podía sentar en el banquillo a uno de los
verdugos nazis y ofrecer un poco de justicia a las víctimas
del Holocausto y a un pueblo entero. Como Eichmann, Demjanjuk
fue condenado a muerte, solo que la sentencia nunca se
ejecutó porque la historia dio otra vuelta de tuerca.
En medio de la apelación, se produjo la caída de la Unión
Soviética y la apertura de los archivos del KGB y de los
servicios de espionaje de otros países del bloque comunista.
Nuevas pruebas indicaron que Iván, el Terrible era posiblemente
otro hombre, apellidado Marchenko. Ante las dudas más que
razonables y la sospecha de que se había producido un caso
de confusión de identidad, el Tribunal Supremo israelí anuló
en 1993 la condena y Demjanjuk quedó libre. En 1998, recuperó
la nacionalidad estadounidense.
El caso Demjanjuk causó conmoción en el mundo y tuvo graves
implicaciones. Puso en cuestión la validez de los testimonios
transcurridos tantos años después de los hechos y, por ende,
la fiabilidad de la justicia. ¿Cómo puede entenderse que
tantos supervivientes de Treblinka hubieran identificado
erróneamente a Iván, el Terrible?. "Fue
un duro golpe para nosotros, pero los errores pueden ocurrir", reconocía ayer por teléfono a este diario el cazanazis Efraim Zuroff, director
del Centro Simon Wiesenthal en Jerusalén.
Tira y afloja
Parecía el fin de la historia, pero no. Porque Demjanjuk
no era el sádico guardián de Treblinka, pero parece que
sí era un criminal nazi. Todo apunta a que fue un guardia,
no menos sanguinario, del campo de Sobibor. Solo un año
después de haberle sido restaurada la nacionalidad, la
Fiscalía de EEUU reabrió la investigación. En el 2002,
Washington volvió a retirarle la nacionalidad. Desde entonces,
Demjanjuk ha sido objeto de un incesante tira y afloja
judicial.
Era ya inconcebible que Israel volviera a pedir la extradición.
Pero un tribunal de Múnich, donde Demjanjuk vivió antes de
emigrar a EEUU, le acusó formalmente el pasado 11 de marzo
del asesinato de 29.000 judíos en Sobibor. "Es
mucho mejor que le juzgue Alemania que Israel", aseguró ayer Zuroff. El martes parecía que las esperanzas del cazanazis iban
a hacerse por fin realidad. Pero, horas después de ser sacado
en volandas, Demjanjuk fue devuelto a casa donde ayer seguía
bajo vigilancia. "Estamos muy consternados e indignados. Ya está bien de aplazamientos", nos dijo casi a gritos Zuroff. Como asegura Michael Scharf, profesor de Derecho
de la Universidad de Cleveland, el de Demjanjuk es "el caso de extradición más largo y convulso que se haya producido jamás". El culebrón sigue. elperiodico.com
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