Domingo 30 de Abril de 2006

La Nación
 

El carnicero de Mauthausen   

 
 


El 24 de abril ingresó a la Corte Suprema un exhorto internacional, proveniente del Tribunal de Baden Baden (Alemania), caratulado como “asesinato y otros delitos”, que solicita a las autoridades judiciales de la V Región de Valparaíso antecedentes sobre el criminal de guerra nazi Aribert Heim.

De acuerdo con la información recabada por La Nación, la justicia alemana busca saber si Heim mantiene propiedades o familiares en la zona. como también alguna información que conduzca a su destino para que sea detenido y juzgado.

Actualmente, la carta rogatoria se encuentra en manos de la Fiscalía del máximo tribunal, que lo derivará a un tribunal de Viña del Mar o Valparaíso para que sea tramitado y devuelto al país de origen.

En Chile, los Heim se agrupan principalmente en la IX y X Región, como también en la V y Región Metropolitana. Sin embargo, si Heim se encuentra en el país es altamente probable que use identificación falsa, tal como lo hicieron otros jerarcas nazis que vivieron en Sudamérica después de la Segunda Guerra Mundial, como el caso de Klaus Barbie, el carnicero de Lyon, en Bolivia.

La historia vinculada a este oscuro doctor que torturó a miles de judíos en los campos de concentración tiene una lógica y una cronología llena de intrigas y fugas que comenzó un año después de que Alemania invadiera Polonia con la llamada “guerra relámpago” en 1939. LND

Por Georg Bönisch y Markus Meggerich

De este hombre se sabe todo. Mejor dicho, casi todo: su padre fue policía y su madre ama de casa. Antes de casarse fue un excelente jugador de hockey sobre hielo. Se tituló de médico en 1940. Tuvo dos hijos dentro del matrimonio, otro ilegítimo. Lo que no se sabe de él es su paradero.

Aribert Heim nació el 28 de junio de 1914 en Radkersburg, una ciudad austriaca. Ganó fama de inteligente y mujeriego. Miembro del partido nazi y de la SS, se desempeñó como médico encargado del campo de concentración de Mauthausen, cerca de Linz, donde asesinó a centenares de prisioneros con inyecciones al corazón u operándolos sin anestesia.

Algunos relatos son escalofriantes: una vez abrió –sin calmantes– el abdomen de un paciente para extraerle los intestinos, el hígado y el bazo. Para la víctima fue un martirio. También disecó las cabezas de dos de sus víctimas y las expuso públicamente.

“Heim es un hombre cuya crueldad supera la de todos los otros médicos de los campos de concentración”, escribe el autor Ernst Klee en su libro “Auschwitz, la medicina de los nazis y sus víctimas”.

Como su colega Josef Mengele, del campo de Auschwitz, Heim desapareció hace 43 años. Desde entonces es buscado en todo el mundo. “Estamos seguros que está vivo”, dicen los cazanazis.

A fines de 2004 encontraron los primeros indicios. Una cuenta corriente a su nombre en un banco en Berlín –aún abierta– con cerca de un millón de euros. El dinero provenía de la venta de un gran edificio en pleno centro de Berlín. La cuenta fue congelada por orden del Estado, pero Heim –que tendría 91 años– posee, además, valores por unos 900 mil euros y una cuenta de ahorro con otros, aproximadamente, 50 mil.

Si el fugitivo estuviese muerto, argumentan los perseguidores, sus herederos habrían ya tenido acceso a sus propiedades.

Los investigadores controlan los movimientos en torno a una propiedad de la familia en la zona de Tessin, en Suiza. Además, lo buscan en Austria y Egipto (y ahora en Chile).

En Jerusalén, los investigadores del Centro Simon Wiesenthal trabajan sin tregua, sobre todo Efraim Zuroff, quien lanzó la “Operation Last Chance” (operación última oportunidad) desde hace un año.

Zuroff, de 56 años de edad, simplemente le ofrece a sus informantes dinero. Nazis a cambio de plata contante y sonante. Aunque esto cause polémica entre la comunidad judía, a Zuroff le da lo mismo. “La caza aún no ha terminado”, dice. Se sabe todo lo que tenga que ver con Heim de memoria.

Primavera en 1940: el joven y guapo estudiante de medicina ha recién terminado su carrera con éxito y se integra como miembro voluntario a la SS (abreviación alemana de Schutz Staffel, la unidad paramilitar del nazismo). Después de una corta estadía como inspector en el campo de concentración de Buchenwald, es trasladado en octubre de 1941 a Mauthausen, el campo de exterminio donde murieron 100 mil personas.

Sin mucha experiencia, el joven médico Heim mató a sus víctimas con una mezcla de racismo, curiosidad científica y, simplemente, placer. Por el mero gusto de experimentar probó, junto al farmacéutico del campo, diversos “cócteles de la muerte”. Los inyectaba a sus víctimas para verificar cuáles eran los más efectivos, rápidos y económicos.

De acuerdo con las versiones de los sobrevivientes de Mauthausen, de todos los médicos del campo, Heim fue el más sádico. Una vez agarró a un judío de Viena y lo tiró ante a un espejo. “Mira tu nariz. Algo así no le sirve al Führer”, le dijo. El hombre se puso a llorar e imploró por su vida. Pero Heim lo mató con una inyección directa al corazón. Luego, le cortó la cabeza y la cocinó. Pasados algunos días, Heim mostró con orgullo el trofeo a sus camaradas. “Miren”, les dijo, “hubiera sido una pena quemar esta linda carita”.

Su abogado, Fritz Steinacker, que también representó a Josef Mengele, declaró ante la justicia que su cliente jamás cometió estos actos. Sin embargo, Efraim Zuroff es taxativo: “Los hechos demuestran que él hizo lo mismo que Mengele, el ángel de la muerte de Auschwitz”.

Después de su paso por Mauthausen, Heim fue trasladado al hospital militar de la SS en Viena. De ahí pasó a trabajar en una división de la SS en Finlandia –en el hospital militar de Oulu–. Reapareció en Noruega, desde donde se perdió su rastro hasta el fin de la guerra.

Las tropas estadounidenses lo detuvieron el 15 de marzo de 1945, cerca de Buchholz, y lo enviaron a un campo de prisioneros de guerra en Ludwigsburg, cerca de Stuttgart. Entre 1947 y 1949 trabajó en una fábrica de sal, cerca de Heilbronn, en el sur de Alemania.

De ahí en adelante llevó una vida “normal” y sin mayores obligaciones. Trabajó como médico asistente en el hospital civil de Friedberg. En julio de 1948 se casó con una colega, hija de una adinerada familia burguesa alemana. De ese período no hay fotos ni documentos. “Como si alguien hubiera borrado su vida pasada”, dice uno de los cazanazis.

Seis años más tarde, el “carnicero de Mauthausen” inauguró su primer consultorio ginecológico en Baden-Baden. Luego, viajó por el país como un diligente vendedor de productos farmacéuticos.

Así, el amable señor Heim logró reconvertirse en un miembro respetado de la alta sociedad en el país del milagro económico.

Sin embargo, al parecer, el propio Heim supo de antemano que su fachada comenzaba a derrumbarse y minuciosamente preparó su paso a la vida clandestina. Vendió su casa en Berlín, contrató una conocida empresa administradora de propiedades y dejó un poder a su abogado, Fritz Steinacker, válido desde el día en que se sumergió.

En la noche del 13 de septiembre de 1962 dejó su residencia en Baden-Baden y desapareció.

La mañana siguiente, la policía allanó su domicilio con una orden de arresto. Encontró sólo a su esposa y sus dos hijos. “Tuvimos la sensación que cuando nosotros entramos por la puerta principal, él salía por la puerta de atrás,” recuerda uno de los agentes que participaron en el intento de captura. A él no le cabe la menor duda de que Heim fue alertado del operativo.

En abril de 1963 reapareció en Berlín. Alojó, utilizando su nombre legal, en el Hotel Frühling y solicitó al administrador de sus propiedades que cooperara con su hermana Hertha. La policía se enteró tardíamente de la reunión. La última oportunidad de detenerlo en Alemania se esfumó.

Se cree que entre 1963 y 1967, Heim trabajó como médico de la policía en Egipto, país que sirvió como refugio a muchos criminales nazis. La información fue confirmada por turistas alemanes que lo vieron entre un grupo de generales egipcios en el canal de Suez.

Su familia en Baden-Baden encontró dos veces un papel que decía: “Estoy bien”. Sin embargo, su esposa pidió el divorcio en 1967 y se distanció públicamente de su marido. Para proteger a los hijos, sospechan los cazanazis.

Entre 1979 y 1983, el Mossad, servicio secreto israelí, lo ubicó en Paysandú, ubicado en la zona fronteriza entre Uruguay y Argentina, donde tenía un consultorio como siquiatra. Su hija Waltraud, que estudió en Uruguay a principios de los '70, hoy vive en Chile.

A principios de los años '90, Simon Wiesenthal reencontró sus huellas en Uruguay. La policía local informó haber encontrado un hombre llamado Heinrich von Heim, nacido el 26 de junio de 1924. Wiesenthal y sus colegas confirmaron que esa persona efectivamente estuvo en Fray Bentos en 1983, pero no consiguieron aclarar su identidad.

Wiesenthal sospechó entonces que Heim fue avisado por un círculo de amigos y ex colegas. Esta red de ex nazis en América Latina tendría contactos hasta en las representaciones alemanas en el extranjero. Así, los buscados se anticipan a las investigaciones en curso.

Uno de los informantes de Wiesenthal está convencido de que en 1998, Heim seguía viviendo en Paysandú. “Probablemente tenía amigos policías que lo protegían”, dice.

La pista más reciente se encuentra en Hessen: una llamada anónima recibida por Stefan Klemp, colega de Efraim Zuroff en Alemania. La persona le dijo que había reconocido a Heim en un hogar de ancianos cerca de Francfort, donde vive la hermana de Heim. Esta última le habría brindado apoyo económico, afirman los cazadores de criminales de guerra nazis de Stuttgart.

Cuando comenzó la “Operación Última Oportunidad”, los cazanazis de Stuttgart intentaron interceptar los teléfonos de la familia Heim. Esto, según Zuroff, no fue posible por la falta de colaboración de la justicia alemana.

En la oficina del fallecido Simon Wiesenthal está colgado un gran mapa del territorio del Tercer Reich, donde están marcados todos los campos y lugares de exterminio nazis. Detrás de su viejo escritorio se pueden ver en fila sobre estantes sus documentos más preciados. Entre ellos, tres carpetas personales que contienen la información sobre Mauthausen, el campo de concentración donde estuvo detenido Wiesenthal y del que fue liberado hace 61 años.

La Nación, 30.04.06