El
misterio sobre el paradero de Aribert Heim, el criminal nazi
más perseguido en Alemania, sigue sin resolverse. La comisión
rogatoria (petición de auxilio judicial) enviada a El Cairo
en mayo de 2009 por un tribunal de Baden Baden ha recibido
como respuesta un silencio atronador. Las autoridades de
Egipto no tienen el menor interés en bucear sobre la vida
y presunta muerte en su país del Doctor Muerte, médico en
los campos de exterminio de Mauthausen, Buchenwald y Sachsenhausen,
según aseguran a EL PAÍS fuentes cercanas a la investigación.
Al menos 26 presos españoles pasaron por sus manos.
Los dos agentes enviados a El Cairo el pasado verano por Joachim Schöck, el policía
de Stuttgart que dirige la caza del criminal, regresaron
contrariados a Alemania. Tomaron el té con sus colegas de
la policía secreta egipcia, recibieron un alud de dulces
palabras, pero se les impidió tomar declaración a los testigos
que durante 30 años convivieron con aquel tipo que por las
mañanas trabajaba como médico para esa misma policía y por
las tardes hacía fotografías y jugaba al tenis con los niños
en la terraza del hotel Kasr el Medina, propiedad de la familia
Doma.
Los sabuesos de Schöck y el juez de Baden Baden tenían la esperanza de que las
autoridades egipcias remitieran al tribunal alemán las declaraciones
tomadas por los agentes secretos al médico que atendió y
presenció el supuesto óbito del Doctor Muerte en 1992, a
los 78 años, en los brazos de su hijo Rüdiger, de 54, el
familiar que hace un año reveló el secreto de uno de los
hombres más perseguidos del mundo, pero la esperanza se ha
evaporado.
"No hay respuesta, pero
es normal en países como Egipto", declaró hace unas semanas la portavoz del tribunal. Los agentes y el juez que
dirige la investigación han confesado en privado que la colaboración
de las autoridades egipcias es "nula" y que no esperan nada del país que podría acreditar si el capitán de las SS
y criminal nazi murió allí, tal y como afirma su hijo. Rüdiger
Heim asegura que su padre abandonó su consulta de pediatra
en Alemania en 1962, poco después de que se emitiera una
orden de detención. Atravesó en automóvil Francia y España,
recaló en Barcelona, y llegó a Marruecos. Desde allí entró
en Egipto, en 1963, con un visado de turista. Heim no era
el primer nazi que se refugiaba en Egipto.
Se convirtió al islam y se hizo llamar
Tarek Hussein Farid para ocultar su identidad. "Estuve con él en 1986, 1990 y 1992. Murió el 10 de agosto de 1992. Estaba muy
enfermo, padecía un cáncer de recto", declaró su hijo a este periódico poco después de revelar su secreto. Los cazanazis
judíos no se creen esta versión.
"Está claro que Heim vivió
en Egipto durante años, pero no hay una prueba concluyente
de ADN o forense de que muriera allí en 1992. El hijo de
Heim mintió en el pasado. No hay ninguna razón para confiar
en él", asegura desde Israel Efraim Zuroff, el dirigente de la Operación Última Oportunidad,
impulsada por el Centro Simon Wiesenthal para localizar a
los últimos criminales nazis que siguen vivos.
La policía egipcia admite que existió
Tarek Hussein Farid, pero en sus conversaciones con los agentes
de Schöck aseguró que no disponen de documentación que acredite
que este era el Carnicero de Mauthausen, el médico que decoraba
su despacho con cráneos de sus víctimas. La comisión rogatoria
alemana reclama a las autoridades egipcias el documento de
identidad oficial que usó el nazi, documentación sobre su
muerte y su entierro, así como de sus actividades y lugares
de residencia. Hasta ahora no se ha recibido nada.
elpais.com
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