Según
dijo hace pocos días el hijo de Aribert Heim, 'el Doctor
Muerte', su padre falleció hace casi dos décadas en Egipto,
mientras fuerzas especiales lo buscaban en otros lugares.
Pero hay quienes creen que sigue vivo, y todavía esperan
encontrarlo.
Los cazadores de nazis más avezados lo buscaron por todo el mundo. Las recompensas
por su cabeza alcanzaron medio millón de dólares. El gobierno
alemán creó una fuerza especial para detenerlo y un grupo
judío lanzó una operación titánica para dar con su paradero.
Pero cuando muchos creyeron que estaba cercado, su hijo
Rüdiger corroboró una versión con la que medios como The
New York Times ya habían especulado: Aribert Heim, el 'nazi
más buscado del mundo', habría muerto en 1992 en Egipto,
lejos del acecho de sus perseguidores.
Rüdiger declaró en junio pasado por primera vez ante la justicia alemana. Tres
jueces y un fiscal escucharon atentos al hijo del 'Doctor
Muerte' relatar, en un hermetismo total, cómo su padre
se refugió en un hotel sencillo de El Cairo, se convirtió
al islam, cambió su nombre por el de Tarek Farid Hussein
y pasó sus últimos momentos agobiado por un cáncer rectal. "A las 10 de la noche se durmió, pero todavía estaba con vida", consta en la declaración de Rüdiger, de 54 años. "Me tumbé en el suelo sobre una esterilla. Estaba cansado, exhausto, nervioso.
Dormí unas dos horas. Cuando me desperté temprano la mañana
del 10 de agosto de 1992, mi padre seguía vivo, pero no
reaccionaba. No se despertó más. Permanecí al lado de su
cama. Su respiración se apagó y murió".
La versión salió a la luz pública
hace pocos días, y así como algunos creen en ella, hay
quienes todavía tienen sus dudas sobre el destino del médico
sanguinario que torturó y mató a cientos de judíos en el
campo de concentración de Mauthausen, en Austria, donde
se ganó el alias de 'Carnicero'. Los más escépticos son
los agentes de Alemania, Austria e Israel que han seguido
por décadas pistas aparentemente equivocadas de personas
que aseguran haberlo visto en España, Uruguay, Dinamarca,
Brasil, Vietnam, Canadá o Suiza.
Alguna vez un coronel israelí
juró que Heim había sido secuestrado en Canadá por miembros
de una fuerza especial secreta de su país y posteriormente
asesinado. Los mayores esfuerzos de búsqueda, sin embargo,
estaban concentrados en Chile, donde vive una mujer que
alega ser su hija, y que declaró que el viejo Heim había
muerto en 1993 en Argentina. Su versión fue desmentida
por las autoridades cuando no pudo cobrar una herencia
de un millón y medio de dólares que tenía su supuesto padre
en un banco alemán, por no presentar el certificado de
defunción.
Hijo de un policía, nació en Austria
el 28 de junio de 1914. El oficial nazi estudió Medicina
en Graz, recibió un doctorado en Viena, se incorporó al
partido nazi local y luego, en 1935, a las SS alemanas.
Entonces fue enviado a ejercer en Mauthausen, donde realizó
experimentos macabros. Algunos prisioneros contaron años
después que 'el Doctor Muerte', como ellos mismos lo bautizaron,
extraía órganos y amputaba pacientes sin anestesia, les
quitaba pedazos de piel tatuada para forrar sus asientos
y, cuando estaba aburrido, les inyectaba agua, gasolina
o veneno directamente al corazón mientras cronometraba
cuánto se demoraban en dejar de respirar. También narraron
cómo alguna vez decapitó a un chico e hirvió su cabeza
hasta que la carne se separó del hueso. Desde entonces
usó el cráneo del paciente como pisapapeles.
Tras la Segunda Guerra Mundial,
fue apresado por el ejército estadounidense y después dejado
en libertad, pues los gringos no sabían todavía de sus
crímenes. Años más tarde, la policía alemana lo cercó.
Heim desapareció de Baren Baren, el pueblo alemán donde
trabajaba como ginecólogo, y se fugó a El Cairo. En Egipto
se hizo pasar por un europeo cualquiera que jugaba tenis
y era aficionado a la fotografía. Eso sí, nunca se dejaba
tomar una foto. Era tan querido que sus vecinos más jóvenes
le decían 'Tío Tarek', por el nombre que adoptó tras su
conversión religiosa.
Heim tendría hoy 96 años, por
lo que a muchos les parece absurdo que todavía haya gente
obsesionada con el paradero de un anciano. Y más después
de los rumores sobre su muerte. Pero para Efraim Zuroff,
el cazador de nazis más reputado del centro Simon Wiesenthal,
que durante décadas ha documentado los detalles sobre las
víctimas del Holocausto y perseguido a los criminales de
la época, el paso del tiempo "no disminuye la culpa de los autores". Como dijo a la cadena BBC cuando todavía lo buscaba en la Patagonia, "los asesinos no se convierten en caballeros gentiles cuando alcanzan cierta edad.
Y si pusiéramos un límite cronológico a las persecuciones,
estaríamos diciendo que la gente se puede salir con la
suya después de cometer un genocidio".
Según Rüdiger, 'el Carnicero de
Mauthausen' le pidió donar su cuerpo a la ciencia. Pero
después de que él mismo sobornó al empleado de un hospital
para que lo aceptara en la morgue, un amigo de la familia
le contó que los médicos que recibieron el cadáver no habían
cumplido su última voluntad y lo habían enterrado en una
fosa común. Nadie sabe dónde está, y sin cuerpo no hay
prueba de su muerte. Por eso hay quienes todavía lo buscan
en España, en Alemania, en Argentina o en cualquier lugar
del mundo.
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