Desde
Berlín
Como cientos de otros sospechosos criminales de guerra nazi
antes que él, el ex guardia de un campo de concentración Samuel
Kunz murió tranquilo en su hogar en la ciudad de Bonn la semana
pasada a la avanzada edad de 89 años. Nunca se vio obligado
a enfrentarse a un juicio aunque se pensaba que tenía la sangre
de miles en sus manos. A pesar de ser uno de los hombres más
buscados, logró escapar de las cortes donde habría tenido que
enfrentar cargos por asesinatos múltiples.
Aún hoy en Alemania, donde se está llevando a cabo un renovado esfuerzo por llevar
a los criminales de guerra a juicio, las ruedas de la Justicia
son lentas. Kunz era el tercero de la lista del Centro
Simon Wiesenthal de los más buscados criminales de guerra
nazis. Como guardia en el campo de exterminio Belzec en
la ocupada Polonia, estaba sospechado de tomar parte en
el asesinato de más de 430.000 judíos.
Sin embargo, ayer le tocó a Alfred
Brendel, el fiscal alemán del Estado, anunciar su muerte.
“Samuel Kunz murió el 18 de noviembre a las 5.30 de la
tarde”, dijo en una declaración. “Probablemente murió en
su casa”, añadió.
Efraim Zuroff, el jefe del Centro
Wiesenthal, admitió que era “increíblemente frustrante”
que Kunz muriera antes de su inminente juicio, que debía
comenzar a principios del año que viene. Pero apuntó que
era importante que hubiera sido acusado. “Por lo menos
se logró una pequeña medida de justicia”, dijo.
Como muchos otros criminales de
guerra nazi, Kunz fue ignorado por el sistema de Justicia
alemán durante décadas. Después de la guerra logró vivir
tranquilamente en Bonn. Hasta su retiro, hace 14 años,
había trabajado como empleado de mantenimiento en el Ministerio
Federal de Desarrollo y Construcción Urbana de Alemania.
Que finalmente fuera acusado fue
el resultado de un cambio significativo en las actitudes
oficiales alemanas hacia los criminales de guerra nazis.
Hace un poco más de una década los fiscales estatales,
bajo presión de organizaciones como el Centro Wiesenthal,
lanzaron un intento de llevarlos a todos ante la Justicia.
Uno de ellos era el criminal de
guerra más buscado del mundo, el ucraniano John Demjanjuk,
de quien se cree que fue un guardia asesino en el campo
de exterminio de Sobibor. Ahora, a los 90 años, Demjanjuk
está siendo juzgado en Munich acusado de tomar parte en
el asesinato de 27.900 judíos, holandeses en su mayoría.
La decisión de acusar a Kunz fue
producto de la investigación de Demjanjuk. Los fiscales
sólo comenzaron a interrogarlo en enero después de que
su nombre surgiera durante las preparaciones del juicio
a Demjanjuk. No sólo Kunz debía enfrentar un juicio, sino
que tenía que aparecer el mes que viene como testigo clave
en el juicio contra Demjanjuk.
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