Nada hace pensar al observar el frбgil fнsico de Erna Wallisch,
de 85 aсos, que haya sido una de las guardias nazis mбs
brutales en un campo de la muerte y que la Fiscalнa austrнaca
haya abierto una instrucciуn preliminar por ello.
El Centro Simon Wiesenthal de Jerusalйn sitъa a Wallisch como sйptima en sus
prioridades en la 'Operaciуn Ultima Oportunidad', una iniciativa
lanzada en 2002 para encontrar y juzgar a antiguos criminales
de guerra nazis antes de que mueran.
Wallisch estuvo destinada en el campo
de concentraciуn de Ravensbrьck (Alemania) con 19 aсos, donde
hubo prisioneras espaсolas republicanas, y en el de exterminio
de Majdanek (Polonia), donde muchos documentos atestiguan
que actuу de una forma especialmente cruel con la gente a
la que forzaba a entrar en las cбmaras de gas.
A medida de los aсos 60 y principios de los 70 se la investigу pero no se hallaron
pruebas firmes para condenarla.
'No podнamos hacer otra cosa', consta en su ъltima declaraciуn ante la Justicia
en 1972. Nunca reconociу haber formado parte del engranaje
del Holocausto. La investigaciуn concluyу que tuvo 'un papel
secundario' en Majdanek.
Despuйs desapareciу, hasta que el
'cazanazis' Efraim Zuroff, promotor de la 'Operaciуn Ultima
Oportunidad', recibiу una carta anуnima con una direcciуn
en 2004 en la que alertaba de que 'la diabla del campo de
concentraciуn' vivнa en Viena. Zuroff exigiу a las autoridades
que juzgasen a Wallisch, sin йxito.
Pero la apariciуn de nuevos testigos
en Polonia y que un historiador britбnico, Guy Walters, la
encontrase al trabajar para su prуximo libro, 'Hunting Devils',
han cambiado el panorama hasta el punto de que la Fiscalнa
intervino para valorar los testimonios.
M. Jarosch a assuré que la justice
autrichienne était consciente de l'urgence de la situation
et entendait "agir aussi vite que possible".
'Todo lo que hice fue mirar en el listнn telefуnico en Internet.
Una semana despuйs volй a Viena. Me
temo que no fue una gran labor detectivesca', explicу Walters
a Efe.
Walters se presentу en su casa y le
dijo que sabнa quien era.
Ella admitiу que era una guardia en
ese campo, pero 'no reconociу que hubiera matado o apaleado,
que hubiera sido inhumana'.
'No estoy sorprendido de que viva
de forma tan abierta porque los austrнacos no tienen voluntad
para juzgar a gente como ella. Vive sin miedo a ser castigada.
Me siento conmocionado y rabioso de que viva tranquilamente',
se lamentу Walters.
'El tiempo no es una excusa. Ella vive y sus vнctimas no', concluyу.
'Gente como Erna Wallisch no merecen
ninguna simpatнa. El hecho de que no ha sido previamente
condenada es una burla a la Justicia, que ahora puede ser
corregida', asegurу Zuroff en una reciente carta a las autoridades
austrнacas en la que volvнa a pedir un juicio.
Desde que su caso volviу a los periуdicos
Wallisch no contesta a las llamadas ni se la ha visto por
el barrio de Kaisermьhlen de Viena, donde reside.
El Instituto Polaco para la Memoria
Nacional (IPN) facilitу en 2007 los testimonios de cuatro
supervivientes: Danuta B., Ewa W., Janina W. y Jadwiga L.,
que aseguran que fue cуmplice necesaria para matar a miles
de personas y se comportу con un sadismo atroz.
'Escoltar' a los prisioneros no es
mбs que un eufemismo para describir los golpes arbitrarios
con fustas y palos, los insultos, las patadas con botas con
punteras de acero a mujeres, ancianos y niсos aterrorizados
en su camino a las cбmaras donde se les asesinaba con el
gas letal Zyklon B.
Los testimonios reunidos por la investigadora
Elissa Mailander-Koslov sobre los guardias en Majdanek son
estremecedores: los SS azuzaban a los perros contra el estуmago
de las embarazadas, los bebйs abandonados fuera de las cбmaras
de gas eran arrojados al crematorio, se hacнa correr a los
prisioneros contra vallas electrificadas, se los mataba con
barras de acero frente a sus familias.
Majdanek, creado en otoсo de 1941
para internar a prisioneros de guerra, fue una parte esencial
del Holocausto y se transformу en otoсo de 1942 en un campos
de exterminio, justo cuando llegу Wallisch. El hecho de que
la mayorнa muriese por los golpes o en las cбmaras de gas
dificulta encontrar testigos directos tantos aсos despuйs.
Una superviviente del campo, Ewa K., citada por diarios austrнacos, afirma que
era la mбs sбdica y cruel, que su sola presencia despertaba
murmullos de temor. 'No tenнa ningъn reparo en golpear hasta
dejar a la gente tendida en el suelo' -dijo- 'ella es y serб
una criminal'.
Otra testigo, Jadwiga L, asegurу que
era conocida por sus ataques de furia, y que estando embarazada
de un SS del campo golpeу hasta la muerte a un hombre con
un palo con tal saсa que su cabeza quedу en medio de un charco
de sangre.
En otra ocasiуn, relata, cogiу a un
niсo de pocos meses que se habнa escondido y lo arrojу contra
el suelo con violencia, 'como si fuera un trozo de madera'.
A las afueras de Majdanek se produjo
en 1943 una de las mayores matanzas de la Segunda Guerra
Mundial. Alrededor de 42.000 personas, incluidas 18.000 prisioneros
del campo, fueron fusiladas en un solo dнa por las SS, que
pusieron mъsica clбsica a todo volumen por los altavoces
para atenuar el sonido de los gritos.
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